El estilo de vida del gato doméstico no tiene nada que ver con el que llevaban sus parientes salvajes. Éstos podían elegir sus compañías, evitar situaciones conflictivas, cazar, aparearse libremente, en definitiva, desarrollar un estilo de vida propio que no le es posible al gato doméstico.
En la convivencia entre gato y humano, en ocasiones, el humano expone al gato de forma consciente o inconsciente a situaciones que les provoca conflictos y que suelen derivar en trastornos del comportamiento.
Cualquier cambio en las rutinas del gato como mudanzas, cambio de sitio de mobiliario, visita al veterinario, hospitalización, llegada de un nuevo miembro a la familia (bebé o mascota) a casa, pueden causar estrés y trastornos del comportamiento y de la personalidad.
Para que nuestro gato sea psicológicamente sano necesita encontrarse en equilibrio con el ambiente que le rodea. Para conseguir ese equilibrio con el entorno necesita tener una capacidad permanente de adaptación a los cambios del ambiente.